sábado, 10 de marzo de 2018

Ana Orantes, el asesinato que salva nuestras vidas.

Las mujeres sólo avanzamos en derechos haciendo sacrificios humanos.
El 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las tres hermanas Mirabal se encontraron en el fondo de un acantilado en la costa de la República Dominicana. Aquel acontecimiento, que fue vendido a la prensa como un trágico accidente por Trujillo , el dictador dominicano que dio la orden de acabar con ellas y contribuyó a despertar la conciencia entre la población, que culminó, seis meses después, con el asesinato del caudillo.
En honor a estas tres valientes hermanas asesinadas a garrotazos, que se habían convertido en auténticas heroínas de la lucha clandestina antitrujillista, se conmemora cada año en esta fecha el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países.
Nosotras también salimos a recordarlas y a contar nuestras muertas.  En este momento son casi mil. Tantas como víctimas de ETA pero nuestras muertas no abren telediarios.
Este año además hace 20 años del asesinato de Ana Orantes.
El 4 de diciembre de 1997 en un programa de televisión de máxima audiencia, decidió compartir su historia con todas nosotras.: 40 años de matrimonio con un maltratador con  el que padeció todo tipo de vejaciones, y no sólo ella: sus hijos e hijas  fueron testigos y víctimas de las crueldades su padre.
Dos semanas más tarde, como fue anunciando por todo el pueblo su exmarido, la golpeó, la dejó inconsciente, la ató a una silla, la roció de gasolina y la quemó viva delante de su hijo pequeño que llegaba del colegio. Este hijo intentó suicidarse tirándose por la ventana,  una de las hijas  se casó con  14 años huyendo de los abusos de su padre y fue sacando uno tras otro a sus hermanos y hermanas de la casa familiar en la que ninguno cumplió 20 años.
Su asesinato nos estremeció a todas.
Justo al comienzo del año siguiente el Defensor del Pueblo presentó un informe en el que decía que nunca se había tratado la violencia contra las mujeres porque ‘Históricamente ha  carecido de interés social y jurídico…’ La violencia siempre era de ‘puertas para adentro ‘en el lugar que la sociedad había destinado para nosotras: el interior de las casas’.
Ana  Orantes fue el sacrificio humano que las mujeres de este país hicimos para no morir todas. En realidad Ana se inmoló.
No tardaron en salir a la calle las asociaciones de mujeres denunciando la ineficacia del sistema judicial.
El sacrificio de Ana sirvió para que en 1999 se consolidara que la violencia contra la mujer ya no era un tema privado, sino público, modificándose por ello el Código penal, comenzando a establecerse Órdenes de Alejamiento y a contabilizarse las víctimas de manera oficial desde 2003.
Hasta la prensa empezó a cambiar la manera de tratar estas noticias: ya no son crímenes pasionales, son asesinatos de violencia de género.
Posteriormente se dictaron dos leyes específicas de protección a las mujeres:
La Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género
Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
Ahora en 2017 no estamos mucho mejor y seguimos pagando con nuevos sacrificios:
Juana Rivas está luchando contra el sistema que en su incompetencia no ha legislado para proteger a los hijos de los padres maltratadores, que son extranjeros y se los llevan a sus países de origen.  Y cuando la madre lucha por sus hijos dejando en evidencia al Sistema judicial se utiliza contra ella uno de los insultos especialmente dedicados a las mujeres ‘Mala Madre’ y expone públicamente su vida para demostrar que no es la madre perfecta que la sociedad exige.
También estamos viviendo desde el asombro el juicio de la Manada: una chica es violada por 5 depredadores en un portal, algunos de ellos miembros de las fuerzas del orden que deberían protegernos y que se defienden acusando a la victima de hacer vida normal.
Ha rehecho su vida con normalidad: no habrá sido para tanto.
El sistema tiene otro rol para nosotras: el de víctima. Para rematarnos. Abusan de nosotras, nos violan y no tenemos derechos a remontar sino que debemos quedarnos en un rincón asustadas y  llorando.
Existe una gran preocupación en las defensas de estas víctimas por las sentencias que se dicten en estos dos casos porque sentarán precedentes, que si son negativos nos harán retroceder en el tiempo y en derechos.
También se ha firmado un Pacto de Estado contra la Violencia Machista, con presupuesto insuficiente y sin articulado.  Inoperante y vacío.
Mañana será el día del recuento. Muchas y muchos saldremos a las calles a reivindicar  por las que ya no están. Y es muy importante no dejar de reivindicar porque de no ser así tendremos que hacer otro sacrificio humano para seguir avanzando.







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