El 9 de enero de 1918 un nutrido grupo de mujeres, formado
por unas ochocientas faeneras, se echaron a las calles de Málaga exigiendo al
gobernador que diera solución el elevado precio del pan y el pescado y a restringir
las exportaciones. El grado de movilización femenina fue en aumento en las
siguientes jornadas, hasta el punto de que el propio Ayuntamiento se ofreció a
mediar entre los intereses de la población y los de los productores y
exportadores.
El crecimiento de la
tensión desembocó en una asamblea multitudinaria celebrada en el local de la
Juventud Republicana, en la calle de Beatas, en la que intervinieron líderes de
las sociedades obreras y varias mujeres que estaban a la cabeza de los grupos
femeninos: Concepción Mesa, Dolores Balaguer, Antonia Jaime y María Valdés. Se
acordó celebrar una manifestación al día siguiente para exigir soluciones al
problema de la carestía, que amenazaba la supervivencia de muchas familias
populares.
El día 14 por la mañana grupos de mujeres se encargaron de
requisar cargas de pescado y patatas para venderlas en Pescadería y en el
Mercado Central, entregando el importe de su venta al gobernador como muestra
de su honradez. Contaba el citado diario que para trasladar la mercancía
incautada en la estación de ferrocarril las mujeres tomaron un camión con el
siguiente resultado:
“Como se disponían a
guiar el camión, oponiéndose a que el conductor lo hiciera, firme en su deseo
de que no le ayudasen los hombres, y en vista de la imposibilidad de dar marcha
al automóvil por desconocimiento de su mecanismo, descargaron los bultos,
trasladándolos a los mismos carros que los llevaron a la estación”.
Aquel día las calles amanecieron enarenadas, señal de la
prevista salida de la caballería. Al mediodía, las mujeres procedentes de los
barrios malagueños (Perchel, Trinidad, Victoria, Capuchinos, Huelin), se
reunieron en la Alameda de Colón y a continuación se dirigieron en manifestación
hasta la Alameda y la Plaza de la Constitución, portando carteles que decían:
“Vivan las
En la Aduana, el gobernador se entrevistó con una comisión y
se limitó a recomendar que se disolvieran. Poco después comenzaron las primeras
cargas de la Guardia Civil en la calle de Larios y la Acera de la Marina. En el
muelle, hubo una cuando varias mujeres abrieron sacos de harina, a la que
respondieron arrojando piedras sobre los guardias. Las cargas de la caballería
se repitieron en la Alameda y el Parque y el balance de víctimas fue de cuatro
muertos (de los que dos eran mujeres, una llamada Francisca Jiménez García y
otra sin identificar) y dieciséis heridos. En los días siguientes la ciudad
estuvo tomada por el Ejército y la Guardia Civil, y el gobernador prohibió las
manifestaciones y las reuniones de más de tres personas, aunque no pudo evitar
una huelga general Memoria de Mujeres en las calles de Málaga Portada del diario
“El Regional” del 15 de enero de 1918 que duró cinco días. Estos sucesos
tuvieron repercusión nacional y, finalmente, el gobernador fue cesado dos meses
después.
La revuelta de las
Faeneras no fue un caso aislado, ya que motines similares tuvieron lugar en
otras ciudades españolas poniendo de manifiesto el funcionamiento de las redes solidarias de
mujeres en momentos de crisis.
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